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Pueblo ROM

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Dada la precaria situación vivida por el pueblo rom hacia la mitad del siglo XIX en Europa, muchas familias decidieron aventurarse a nuevos territorios, y superando un innato temor al mar, se embarcaron hacia América. Aun cuando Colombia no ha sido un destino preferido en las rutas migratorias, con el nacimiento de la República aumentó la presencia rom en la medida en que los controles de la legislación colonial, que comenzaba a derrumbar-se, se hicieron cada vez menos efectivos.

Historia

En Colombia la mayoría de los rom pertenece a familias de tres o cuatro generaciones en el país, lo cual indica que la gran migración europea se desarrolló probablemente hacia la mitad del siglo XIX. Desde esa fecha hasta hoy, exceptuando los grupos familiares que llegaron a causa de las dos conflagraciones mundiales, no se han presentado desplazamientos intercontinentales significativos.

Hay una gran dificultad para acceder a fuentes escritas queden cuenta de los antecedentes históricos del pueblo rom en Colombia, sin embargo Prorom cree que existen referencias escritas sobre los rom camufladas y escondidas en otros nombres y etnónimos. No obstante, es claro que por ser un pueblo ágrafo, la historia de los rom debe reconstruirse a partir de la utilización de la tradición oral que se encuentra depositada en la memoria de los hombres y mujeres de mayor edad que habitan las diferentes kumpeniyi.

Para la historia más reciente, las fotografías y documentos de identidad que existen en casi todas las familias rom pueden aportar elementos interesantes y desconocidos sobre la historia de los rom. Como en la mayoría de los asentamientos rom en casi todos los países del mundo, el pueblo rom de Colombia también tiene un contenido heterogéneo. Sin embargo, pese a estas diferencias, se puede afirmar que en este contexto se es rom “por derecho de nacimiento”, es decir por compartir una serie de elementos culturales comunes que llenan de contenido su etnicidad y los diferencian notablemente del resto de sus conciudadanos.

Los escasos estudios lingüísticos dedicados a los rom de Colombia ponen de manifiesto que, en términos generales, son bilingües porque además del romanés hablan el castellano, “reproduciendo fielmente las estructuras y los conceptos propios de la misma, sin parafrasear la lengua materna” (Villa Mejía, 1986).

Subgrupos

Entre los rom residentes en Colombia existen varios subgrupos entre los que se pueden mencionar los Bolochoc, los Boyrás, los Churon, los Jhánes, los Langosesti y los Bimbay, entre otros clanes y linajes, quienes tal vez para poder pasar desapercibidos entre sus compatriotas y para todos los asuntos con el Estado colombiano suelen llamarse con apellidos como Gómez, Mendoza, Cristo, Romero, Demetrio o Churón. Así mismo, los rom de Colombia pertenecen mayoritariamente al grupo de los kalderash, esto es, caldereros, cuya tradición por cierto ya casi nadie practica entre ellos. Los estimativos más recientes realizados por Prorom señalan que la población rom de Colombia puede llegar aproximadamente a 2.500 personas en todo el país. Esta comunidad se ha establecido en las distintas kumpeniyi.

Presencia geográfica en Colombia

En Colombia se pueden identificar varias de ellas, que son la asociación de grupos familiares que establecen alianzas para compartir una vida en comunidad, y se localizan en las siguientes ciudades: Bogotá, (en los barrios Galán, San Rafael, Marsella, La Igualdad, La Floresta, La Primavera, Puente Aranda, Bosque Popular, San Fernando y Bosa); Girón ( barrio El Poblado); Cúcuta (barrios Juan Atalaya, Los Comuneros, Chapinero, La Victoria y Motilones); Cali (barrio Alfonso López); Envigado (barrios Obrero, La Magnolia, Portal y Las Flores); Sampués (barrios Balcones del Río, El Carmelo, Doce de Octubre y El Tamarindo); Santa Marta (Gaira); Fusagasuga (Balmoral); El Espinal (La libertad); Cali (Alfonso López).

De estas kumpeniyi las más importantes por su número de familias y representatividad son las de Bogotá, Girón y Cúcuta. Quince años atrás una de las kumpeniyi más importante era la de Itagüí pero a causa de la violencia producida por el narcotráfico, la mayoría de familias rom se desplazaron a otras ciudades. La kumpania establecida en el municipio de Dos Quebradas (Risaralda), tal vez una de las más grandes del país, fue dispersada; sus miembros se vieron forzados a emigrar a otras ciudades del país y un número importante a Panamá. La incesante violencia que azota a Colombia está generando en los últimos años un fenómeno de desplazamiento importante hacia las fronteras del país.

En particular es numeroso el grupo de familias rom que ha migrado a Venezuela, o está en proceso de migración; además la precarización de las actividades económicas tradicionales (forja de cobre, comercio de ganado equino, comercio de artículos de cuero) dentro del territorio nacional a causa de la dificultad de desplazamiento, influyó en la búsqueda de territorios más propicios fuera del país. Prorom estima que en los últimos cinco años más de doscientas familias se han trasladado permanentemente a territorio venezolano. Como ha sido una constante en el mundo, la itinerancia del pueblo rom no es soportada por la sociedad mayoritaria y en todo lugar se les ha forzado al asentamiento definitivo y a una suerte de empadronamiento.

En Colombia este proceso se acentuó entre los años 1969 y 1973. A partir de ese periodo el pueblo rom empezó a dejar sus formas tradicionales de alojamiento para empezar a construir viviendas generalmente ubicadas en barrios populares. Esto en verdad poco ha influido en el ánimo itinerante que caracteriza al pueblo rom, que se desplaza desde sus sitios de base hacia otros núcleos que los reciben y les permiten trabajar para ganarse la vida.

Hoy día, viajar sigue siendo para los rom sinónimo de suerte y buenaventura, en tanto que consideran la sedentarización como todo lo contrario. Cuando una familia rom se ve forzada a construir su propia vivienda tiende a reproducir el modelo “arquitectónico” de sus tiendas de campaña. Genera espacios amplios con las divisiones estructurales estrictamente necesarias y con la visibilidad similar a una carpa. El conjunto del pueblo rom está constituido por un número bastante considerable de grupos distintos, que no tiene otro fundamento de cohesión y de identidad que el que se conoce con el nombre genérico de la ley romanesa o kriss, una estructura social cuyo centro es la familia.

El rom no existe como ser individual y sólo se es tal en el seno de una familia, de un linaje, o de un clan. La familia nuclear, de otro lado, es la unidad económica básica del pueblo rom y funciona con roles fijos estipulados por la tradición, para garantizar su eficacia y proyección. La familia extensa constituye la kumpania, que es la modalidad más común de asentamiento temporal o permanente, y la que solventa los avatares generados por la marginalidad y el aislamiento que los rom padecen en muchos lugares del mundo.

Los rom, pese a todas las tergiversaciones y prejuicios que han despertado en el conjunto de pueblos del mundo, encarnan un ideal claro a cualquier persona: ser habitantes planetarios, cuyo destino es la itinerancia y su medio de vida el comercio y los “servicios” que prestan. Estos “viajeros por la tierra entera”, como los llama bellamente Amadou-Mahtar MBow, constituyen no obstante, uno de los pueblos que ha sabido conservar la tradición a lo largo de la geografía y la historia. Ésta es quizá la gran lección de identidad que lega el pueblo rom al resto del mundo.

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